Trabajar con acero. Calentarlo y moldearlo despacio, con cuidado y cariño. Haciendo la forma perfecta. Mimándolo, queriéndolo y forjando. Una vez que esta listo el armazón, me pongo delante de un espejo y me repito a mi misma varias veces: no voy a llorar, no voy a llorar nunca más.Y me lo creo. Reprimo mis lagrimas una vez mas. Luego cojo un cuchillo y lo hundo en mi pecho y el lado izquierdo. Quito capas de musculo y nervios con sumo cuidado.