domingo, 19 de febrero de 2017

SOLO TÚ

            Quédate un poco más.- suplicó Bea
         - Lo siento… de verdad que no puedo.- contestó Laura
         - Por favor…
         - Nos van a pillar.
         - ¿Y qué?
         - Sabes que yo…
         - No estás preparada. ¿Y cuándo lo vas a estar? Yo necesito…
         - Eres una egoísta. Si no lo estoy, no lo estoy y punto.

Bea se lanza hacia Laura y la besa para callarla. Un beso lento y suave, con sus labios rozándose despacito, saboreándose. Claro, Laura le responde y le sigue el juego. Ambas sienten mucho y no saben cómo salir de ahí. De ese pequeño cuarto  en el que se han escondido y en la que no pueden dejar de tocarse, de amarse. Bea se separa bruscamente de Laura y la mira inquisitivamente.

         - ¿Qué? ¿has sentido algo o no?

         - Yo… - Laura boqueó buscando un poco de aire, se sentía confusa, y mareada. Necesitaba salir de allí. No podía sentir lo que estaba sintiendo.

Recogió sus cosas del suelo apresuradamente y salió corriendo de allí con lágrimas en los ojos, con el corazón partido, con el alma en duda y con la vergüenza más latente que nunca. ¿Por qué le pasaba eso a ella? ¿Qué había hecho mal? ¿Por qué se sentía tan bien y a la vez tan mal cuando estaba con Bea? Estaba tan confundida…
Cuando llegó a su casa, saludó deprisa a sus padres, le daba miedo que la vieran por si entreveían algo de lo que había estado haciendo ¡Besando a otra chica nada menos! Así que subió a su habitación y se encerró allí. Se quitó el maquillaje y la ropa, y se metió en la bañera, que había llenado previamente con agua y espuma, con velas encendidas y con la clara intención de pensar. Y pensó, en demasiadas cosas. Pensó en que ella pensaba en que le gustaban los chicos, que ella tenía que ser heterosexual porque si no sus padres la matarían, pensó que sentía algo demasiado fuerte por Bea. ¿Amor? No lo sabía, no sabía nada. Solo que tenía que arrancar aquellos sentimientos de raíz. Así que borró su número de teléfono. La bloqueó en Twitter y en todas sus redes sociales, e intentó no pensar en ella. Pero solo lo intentó porque su descabellada mente no hacía más que volver a su sonrisa, al olor de su pelo, a lo suave que eran sus labios… a toda ella. A cómo se sentía cuando estaban juntas, a cómo se conocieron, a como pasó a ello.

Pasaron las semanas, y los meses, y el corazón de Laura estaba más partido que nunca, no comía, no salía con sus amigas y… no podía dejar de pensar en Bea. La echaba de menos, ya no solo como amante, sino como su mejor amiga, porque eso era por encima de todo, su mejor amiga. Decidió ir a buscarla, porque no aguantaba más. No podía más con aquella agonía.

La encontró en el parque de siempre. No hubo palabras, no hacían falta. Laura tomó la iniciativa por primera vez en su vida y beso a la otra chica. Con rabia, con pasión, con desesperación. Intentando transmitirle con solo un beso todo lo que sentía. Bea, tiró de ella y la acercó más, devolviéndole el beso. La había extrañado. Demonios, estar lejos de ella había dolido como estar en el infierno.

          - Nos van a ver – dijo Bea en un suspiro triste.

          - ¿Y qué?
          - ¿Desde cuándo no te importa?-se sorprendió la chica.
          - Desde que comprendí que solo me importas tú.



Bea se puso roja, pero sonrío. Se habían echado demasiado de menos. Ambas se besaron por un largo rato, sin pensar en quien las estaría mirando, sin pensar en si estaba mal, porque no lo estaba. Solo eran dos personas amándose.




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